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Así es como influyen los alimentos que comemos en nuestro estado emocional

La alimentación es un acto que va mucho más allá de la simple ingesta de nutrientes. Como dietista y nutricionista en Granollers, quiero que sepas que todo lo que comemos está profundamente vinculado con nuestras emociones, nuestros hábitos y nuestro bienestar. Además de satisfacer nuestra necesidad fisiológica, también es una experiencia sensorial, social y psicológica. En este contexto, el mindful eating, o alimentación consciente, emerge como una poderosa herramienta para mejorar nuestra relación con la comida y promover hábitos más saludables.

¿Cómo afecta el estrés y las emociones a nuestras digestiones?

Las emociones desempeñan un papel clave en la forma en que nos relacionamos con la comida. El estrés, la ansiedad, la tristeza y el aburrimiento pueden alterar nuestros patrones alimenticios, llevándonos a comer en exceso o a elegir alimentos poco saludables. Este fenómeno, conocido como alimentación emocional, es una respuesta común a situaciones de malestar o desequilibrio emocional y es algo que me encuentro, frecuentemente, como dietista y nutricionista en mi consulta en Granollers.

Desde un punto de vista fisiológico, el estrés activa el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA), liberando cortisol, una hormona que puede incrementar el apetito y estimular el deseo de consumir alimentos ricos en azúcares y grasas. A su vez, el sistema nervioso simpático, encargado de la respuesta de «lucha o huida», puede alterar la digestión al reducir la producción de enzimas digestivas y disminuir la absorción de nutrientes. Esto significa que una alimentación impulsada por el estrés no solo afecta el equilibrio nutricional, sino que también interfiere en la correcta digestión y asimilación de los alimentos.

¿Sabes diferenciar entre hambre física y hambre emocional?

El mindful eating o alimentación consciente es una práctica basada en el mindfulness o atención plena. Consiste en prestar atención plena a los alimentos, al acto de masticar y a las señales internas de hambre y saciedad, sin distracciones ni juicios.

Esta técnica promueve una relación más equilibrada con la comida, ayudando a diferenciar entre el hambre física y el hambre emocional. En lugar de reaccionar automáticamente ante un impulso de comer, el mindful eating permite identificar si el deseo de comer responde realmente a una necesidad fisiológica o si es una respuesta emocional a factores externos.

Algunos de los principios fundamentales del mindful eating incluyen:

  • Escuchar al cuerpo: Reconocer y respetar las señales de hambre y saciedad.
  • Comer sin distracciones: Evitar el uso de dispositivos electrónicos o cualquier otro estímulo que desvíe la atención del acto de comer.
  • Apreciar los alimentos: Observar colores, texturas, olores y sabores para generar una experiencia sensorial completa.
  • Masticar lentamente: Facilitar la digestión y permitir que el cerebro registre la sensación de saciedad.
  • Aceptar las emociones sin recurrir a la comida: Aprender a gestionar el estrés y la ansiedad sin recurrir a la alimentación como única vía de escape.

Estudios han demostrado que practicar la alimentación consciente puede reducir los episodios de atracones, mejorar la digestión y favorecer una relación más sana con la comida. Además, fomenta una mayor consciencia sobre la calidad de los alimentos consumidos, promoviendo elecciones más saludables y sostenibles.

Técnicas para evitar la alimentación emocional y desarrollar hábitos saludables

Para reducir la alimentación emocional y establecer hábitos más saludables, es esencial desarrollar estrategias que permitan manejar el estrés y las emociones de manera efectiva. Algunas técnicas recomendadas incluyen:

1. Identificar los desencadenantes emocionales

Llevar un diario alimentario puede ser útil para reconocer patrones de alimentación emocional. Anotar qué se come, en qué momento y cuál es el estado emocional previo puede ayudar a identificar desencadenantes y desarrollar estrategias alternativas.

2. Practicar la autorregulación emocional

El desarrollo de habilidades para gestionar el estrés y la ansiedad es clave. Técnicas como la meditación, la respiración profunda, el yoga y la actividad física pueden ayudar a reducir la necesidad de recurrir a la comida como mecanismo de escape.

3. Crear un entorno alimentario consciente

Comer en un ambiente tranquilo, sin prisas ni distracciones, facilita una conexión más profunda con los alimentos y permite percibir mejor las señales de saciedad. Además, tener acceso a opciones saludables en casa favorece elecciones más nutritivas.

4. Diferenciar entre hambre física y emocional

Antes de comer, preguntarse: “¿Realmente tengo hambre o estoy buscando consuelo?” puede ayudar a identificar si la necesidad de comer responde a una verdadera demanda del organismo o a una emoción transitoria.

5. Sustituir la alimentación emocional por hábitos positivos

En lugar de recurrir a la comida ante una emoción negativa, es útil encontrar otras formas de afrontamiento, como escuchar música, practicar una actividad creativa, salir a caminar o hablar con un amigo.

6. Planificar las comidas con antelación

Tener un plan de alimentación equilibrado reduce la posibilidad de tomar decisiones impulsivas basadas en el estado de ánimo. Incluir alimentos ricos en proteínas, fibra y grasas saludables ayuda a mantener niveles estables de glucosa y evitar fluctuaciones en el apetito.

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Adoptar prácticas de alimentación consciente no solo mejora la nutrición y la digestión, sino que también permite transformar la relación con los alimentos en una experiencia más equilibrada y placentera. Al final, nutrir el cuerpo y el alma requiere consciencia, atención y respeto por nuestras necesidades reales y eso es lo que persigo como dietista y nutricionista en Granollers, para dar respuestas personalizadas y que perduren en el tiempo a todos/as mis pacientes.